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# narrativa-breve-2: ..”globo, ..daga, ..ingeniosidades, ..tunelismo, ..pegamento, ..petalera, ..reconstrucción”…

Narrativa Breve 2

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 a): Alrededor del Globo.

   Crece el errabundo, mientras va andando, crece y se dilata en su paseo por la plaza. Orondo va el tipo y zigzaguea en el sendero; cada vez más inflado; hasta el límite. Se mantiene así ese avance errabundo y aumentativo; por delante de la calma observación de tantos, entre los que está el Inventor, también él sentado.

   Con decisión él deja su banco. Parece que en tiempo prudencial se nos ha puesto en acción. Porque el tipo inflado ya echa a producir pelos para afuera como un erizo. Pero ya está el inventor por delante del avance mortífero de este tipo hinchado, errabundo, hirsuto como un cepillo.

   –Muéstreme su identificación-. Y como el otro se detiene tranquilo, algo atónito: el inventor puede echar a girarle alrededor, haciendo calladito sus cálculos analíticos y espaciales.

   –La válvula, busque la válvula-; dice el inflado: -Desínfleme de la hinchazón que sufro; que es de información inútil-. Mira un poco; oprime con los dedos en la nuca del globo. Y efectivamente acertó ya el inventor en el lugar de control. Los observadores contentos. El mismo errabundo plácido ahora que sonríe: recesión de las crines. Y se traspasa la hinchazón ahora hacia afuera, como un aliento ya entre todos.

   Se aleja. Lo que pasa con el inventor es su encaminarse a las escaleras del Monumento; como que pasase a otra cosa; que vá subiendo.

   Arriba, en el Monumento de homenaje; el inventor saca de su camino a alguien, con un lento empujón. Esta persona ambigüa se queja: –Déjese de molestar, animal-.

   Como en un trance dramático, tenso y crispado; en una lentitud gestual; el inventor produce de entre sus abrigos una daga, que eleva amenazante, con el rostro hierático y liso. Frente a su arma la ambigüedad de esa persona; de sexo indefinible por su aspecto.

   Sucederá que desde las estatuas se acercan unas religiosas. Van a susurrarle al oído del inventor palabras quedas que lo van a tranquilizar. Volverá la daga a su vaina. Se va a ir de la Plaza caminando entre ellas dos. Van conversando suavemente. Van en camino de la Parroquia; adonde pasan por un lateral a un cuarto de oficina. Poco a poco le van a preguntar ahí, mientras él descansa en una butaca; sobre qué cálculos ha hecho. Y hasta dónde llegó con su producción de globos. Porque él llevó adelante su originalidad del globo peludo. Son éstos unos implementos inflables con adherencias pilosas. Los globos tiran para arriba inflados con helio. Los pelos cuelgan todo alrededor del globo. Van en el aire ondeando entre los aromas del viento que los lleva y trae estos pelos también.

   Quieren saber ahí adentro. Más preguntas que se le formulan, sobre los cálculos que ha hecho para conseguir que los globos sostengan dagas. Ya que es optativo colgar una pequeña daga que se suministra; atarla en el hilo desde el globo peludo. ¿Por qué él quiso lograr ese azaroso ir y venir de los globos con pelos y con dagas colgantes? (¿Para qué poner en el viento esas invitantes incitaciones a la belleza abismal, absurda y trágica?).

   Después el inventor se irá. Más tarde lo vamos a encontrar; viendo que camina con un cuadro envuelto bajo el brazo. Si le preguntásemos, entonces nos dice:

   –En el cuarto de la parroquia dije casi todas las fórmulas. En una de esas entendieron-.

   –A ver si entendemos nosotros. Déjenos ver lo que lleva. Eso sí que va a aclarar…

   –No les importa-. Rápido enseguida se nos quiere escapar. Uno de nosotros pone el cuerpo. Y se le frena la huída.

   No le queda más remedio que descubrir la pintura. Con lo que le impusimos para que lo muestre, nos deja ver el cuadro; que representa centralmente: A un tipo de espaldas. El personaje con la mano pintada detenida arriba empuña una penetrante daga que amenaza a no se sabe qué eclipsada figura.

   Hacia otra orientación abierta, mientras tanto, uno de nosotros se salió corriendo.


 b): Enroque de Vientos.

   Cuando la pequeña puerta te deja entrar; se te abre entonces el trasfondo para la experimentación. En realidad el cuarto es oblongo; y desde que instalaste la batería de turboventiladores, este ámbito se ha vuelto un perfecto túnel de viento hogareño. Podés ir y venir un poco. Controlás con ánimo de revisar algo a las instalaciones más novedosas. Sos tan entusiasta para el acopio de ingeniosidades. Y toda tu dedicación la estás volcando al túnel de viento..

   Desde tus honduras hoy y mañana, allí has colocado estos barriles de acero para 200 litros. Conseguiste empotrar los barriles. Nunca nadie podría suponer, que detrás de estos nítidos barriles empotrados, escondiste gemas: Topacios, Amatistas, Malaquitas, Lapizlázulis, y otras piedras escondidas, con sólo los primeros desbastes de lapidación.

   Hacés tu pequeña circulación de ir y venir un poco entre los barriles, desde los fondos del túnel donde están los armarios, hasta el frente de la batería de turbos. Unos cuantos metros para caminar, realmente.

   Nuestra conversación puede demorarse, con brevedad, en un macrotiempo previo. Podemos seguir conversando de lo que hablábamos fuera, en el área propia de la Clínica. Te querés acordar. Hablábamos de tu medicación. Hoy quisiste aparentar que la tomabas. Y en realidad no te pusiste la pastilla en la boca; sino que la echaste por dentro de la camisa. Vos no volvés a hacer eso.

   Te vas a molestar ahora; porque te pongo en órden. Ya te metés de cabeza en los armarios del fondo del túnel. Vas a sacar al muñeco con brazos telescópicos. Te pondrás a conversar con él. ¿Qué funcionamiento puede arrancar de este recomienzo que proponés? ¡Hablar con un muñeco disecado!. De donde salen, es cierto, estos brazos implantados. ¿Qué podrá ser encendido por esos brazos radiales y enérgicos?; que gesticulan, dan apoyo a tu discurso, te permiten circular. Hasta se ha puesto como a hablar tu muñeco delante del espejo que colocaste en la pared del recinto. Tu túnel tiene sus encantos, lo admito.

   Fuiste encendiendo los turbos. Te disponés a hacer el experimento. Yo me siento un poco raro. Posiblemente llegue a gritar. No tenés que hacerme caso. Son mis intentos psicodramáticos. Puedo cambiar y sólo contar lo que pasa. Vos seguí con el experimento. Yo te iré siguiendo; y si te puedo dar una mano, estoy para ayudarte, para asistir a tu virtuosidad de tunelista; adelante loco, adelante.

   Esto que hacés no le hace mal a nadie. Y no me puedo olvidar del dato central: aquello que me dijiste de cómo evitás el desencadenamiento de tormentas. Porque vos decís que antes de que echaras a andar el túnel; el mal tiempo afuera era constante y repetido; mientras que ahora, con tus pruebas, lograste encerrar a los vientos y el mal tiempo.

   En tu teoría aparece muy bien; vos lo ponés muy claro lo del mal tiempo afuera y la quietud adentro. Y por tus operaciones dando vuelta esto; por este túnel cambiaste de lugar la tormenta y los vientos. Y la nueva asimetría mágica funciona. Tiempo de bonanza gracias a tu túnel y a tus tormentas de interior.

   Habías dicho de una nueva comprobación, para que yo viera. Así que me sigues contando de cómo cambia el túnel; mientras entras y sales por los laterales, que nadie que yo conozca en la Clínica sabe adonde dan ó qué son esas puertitas. Y es cierto que te aparecés con varios limones para colocarlos en la prueba. Seguís explicando lindas tramas sobre la variabilidad del túnel.

   Me cautiva tu explicación de cómo el encendido del túnel, torna a la conciencia de los implicados y observadores, en fuente proyectora de imágenes indagatorias puntuales, pero indagaciones ubícuas, en un espacio cambiante, donde las formas son cambiantes durante el experimento. Claro que vos me lo querés poner en fórmulas topológicas; y te estás poniendo muy entusiasta, más que eufórico. Te estás excitando mucho. No quiero tener que aplicarte un tranquilizante. Ahí está mejor; ahí va. Mejor con que apiles los limones en el centro del cuarto. Mejor que no te des tanta manija hablando.

   Ahí está: Más cosas para que el contexto del experimento sea completo. Estás agregando. Traés barras de hielo. Además una licuadora. Barras de hielo al lado de los limones. ¿Vas a ponerla a funcionar la licuadora?. Está bien. ¿Con agua y miel adentro?. Está bien.

   Parece la culminación de los preparativos. Te apareciste con un gato en brazos. Tendré que sostenerte el gato, a pesar de la repugnancia que me tienen estas bestias; para que vos clavetées al piso unos correajes. Asegurás el animal al piso con el dispositivo. Vas a decirme que está todo listo. Gato, barras de hielo y limones, auténticamente acomodados. No puedo sostenerte más al gato que empieza a protestar. Rápido. Estamos de acuerdo en que estamos listos.

Img: www.alihuen.org.ar "(!)Alga es Algo", dictyota.

Img: http://www.alihuen.org.ar "(!)Alga es Algo", dictyota, .."para que el contexto del experimento sea completo"..

   Encenderás la batería apilada de turbos a un máximo de revoluciones. Cimbran los turbos firmemente apilados. Enseguida tenemos que irnos, decís, para que el túnel funcione solo el resto del experimento, en turnos de cuartos de hora. Entonces te sigo; y será que nos sentemos apostados en el hall de al lado, unos pocos minutos. Hasta que oiremos fuertes, claras carcajadas en el túnel. Nos vamos a asomar para el turno final. Y ahí está el gato viejo riéndose. Procederemos a desenchufar los artefactos. El túnel deja de soplar. Tus pruebas van a descansar un rato.

   Son experimentos sin manías ni obsesiones. ¡Cómo se ríe ese gato!. Te diré que fue bueno el reposo mientras el túnel soplaba.


 

 c): Con un caño.

   La pasta del azul venía de Andobunia. No era posible sin ella adherir diente con diente entre los socios del Cine-club. La señora Petalera vino a quejarse también. El resultado de la asadura floral francamente daba risa. Por más que lo intentase con el sustituto, no se le amalgaban sus bolitas de pétalos tostados. En la Oficina de suministros habíamos tratado de acomodar la Resina Pariota para estos usos, ante la ausencia, por causa de la huelga en los muelles andobuanos, del preciado pegamento cianófilo.

   Con toques de campana de un minuto tras otro, quisimos atemperar la protesta tumultuosa en el hall repleto. No se querían dar cuenta los usuarios que el fraguado es distinto para la resina. Que debían de sumergir, a 15 grados en agua durante 10 minutos, todo lo que quisieran juntar. Tratamos de convencerlos inútilmente. Los del Cine-club adujeron que de tal manera perderían el comienzo de las proyecciones en las cuales no está supuesto reirse. La Petalera protestó porque sus pelotitas se iban a descomponer al mojarlas. “Pero sumérjalas en aceite enfríado”, le repostó Tabueno, el limpiavidrios de la dependencia. La señora no quiso saber nada. Y en repudio escupió varias veces dentro de su canastilla con pétalos. No cabía sugerir otra cosa más que la organización expeditiva rápidamente dispuesta por el ascensorista desde la media altura adonde él detuvo al ascensor. Desde allí impuso a toda la barra disconforme lo que era más conveniente. Tendríamos que sacar la pasta del azul por las fronteras secas de Andobunia.

   Iríamos como inocentes turistas. Después de un paseo y de un arreglo se montaría el pastiducto portátil con los interventores motorizados llegados de Bridobunia.

   Cerramos la oficina. Y bajo la lluvia que no nos importaba, nos pusimos todos acostados a rodar en nuestro camino. Cada tanto nos incorporamos; y por un trecho avanzamos en zig-zag, corriendo separados.


 d): Repetición de la Marea.

   Las ideas generales del Proyecto habían sido planteadas por el “Ortiga” Ferreyra. Una noción abarcadora podría reducirse a tres palabras: “reconstrucción psicológica ceremonial”. Con este nombre se lanzó el concurso. Todos se involucraron dentro de la marea de una revivificación.

   Empeñados en dar testimonio de sus ideas, todos los participantes querían reconstruir detenidamente las historias tras el tema del concurso. Las marcas de la marea cultural habían impuesto este valor de actuación a los del club fotográfico. Cada uno trataba de coordinarse ingeniosamente con el grueso de las historias.

   Ya en ronda por el Museo, la aglomeración de fotógrafos intentaba plasmar sus historias en el marco asignado. El fotógrafo etnológico del grupo se daba a caminar en un estilo como de cangrejo; buscaba imágenes.

   La casa y los cipreses están en el Museo para la Trenza Campera. Todo el ambiente es una reconstrucción pedagógica. La gente trenzando son actores empleados del museo, que asumen el papel de artesanos gauchescos. Los sonidos grabados de los baldes de lata que se golpean sobre el piso sirven para poner recuerdos en la mente de los visitantes

Img: Casona del Colorado, un caserón campero.

Img: Casona del Colorado, un caserón campero.

   El grupito de paisanos trenza correas contándose cuentos con argumentos en la hora incierta que vuelve a empezar. Allí junto a los cipreses una paisana vá y viene con baldes rebosantes de crema. Se hacen trenzas de cuero en la sombra del caserón campero. Uno de los “gauchos” apaga una radio que había estado intentando hacerles compañía. El actor terminó de mostrar la hechura de trenzas; y fue hasta el teléfono, dejando un cuento por la mitad. Llamó a su amiga y le habló de cerezos, árboles descansando.

   En el Salón de exposiciones, al inaugurarse la muestra de las fotografías, se encontraban, además de los fotógrafos y del Director “Ortiga” Ferreyra, varias decenas de concurrentes, amigos y familiares, algunos curiosos demás; y periodistas.

   Los movimientos y detenciones de la corriente de visitantes, danzaba su coreografía de avances y detenciones ante las fotografías tomadas la antevíspera, el día de la primera “ceremonia”. El público se entremezclaba, con sus humores y sus ritmos vitales convergentes en ese andar de contempladores.

   El albino Ferreira, a quien sus amigos llamaban “Ortiga”, daba cuentas en un rincón a una entrevista. Narraba para un periódico los momentos previos a la realización de la sesión fotográfica. Fue Ferreira mismo quien interrumpió sus intentos iniciales por lograr una descripción que reseñase el Plan; al darse cuenta de que la situación en el Salón se encaminaba en los rumbos previstos. El Periodista pasó a observar la concurrencia, asimilando la indicación de Ferreira, quien en tanto decía: “Así es como pasaron las cosas”. Pudo ver el Periodista entonces; como las gentes se desplazaban y se detenían en posiciones casi idénticas, como le explicaba Ferreira, a las tomadas por los fotógrafos en los momentos cuando fotografiaban el tranzado gauchesco.

   -Si tuvieses dudas del buen fin de nuestro trabajo, acerquémonos a las fotografías; y vas a ver como las imágenes coinciden con estas posiciones en el Salón-. Con estas palabras del ”Ortiga”, fueron los dos acercándose a las mamparas de exhibición.

   El Periodista miró que efectivamente, para cada fotografía en que se notase, se veían innúmeras similitudes con la disposición de la gente en el Salón. Ferreira continuaba dando algunas explicaciones acerca de los paralelos buscados para llegar a la reconstrucción psicolocóidea:

   -Cada espectador está recibiendo ahora, aquella energía revivificante que nosotros evocamos con sumo cuidado. Tratamos de recrear la generalidad del espíritu-, proseguía diciendo Ferreira. Y a cada momento repetía aquello de “Así es como pasaron las cosas”…



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Parece ser el mismo fotógrafo Ortiga (el de «Reconstrucción de la marea»), quien tomando está unas imágenes de aves, en «Documentación Zonal«.

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